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sábado, 7 de noviembre de 2015

Los sentidos de las vidas

[...] lo que claramente identifico con Heidegger. Somos un ser para la muerte, decía Martin, y el tiempo, es en realidad, lo que permite una comprensión del ser. El ser humano como un proyecto, mera existencia y nos hacemos cargo de nuestra vida (vida auténtica) o bien nos evadimos y compramos un proyecto (vida inauténtica). La muerte proporciona el horizonte en el que hacer nuestra propia vida, que es sobre todo, hacer.
Robin Hood
He recibido hace poco una curiosa propuesta de parte de un antiguo profesor. En concreto de uno de cuyas clases disfruté en mi fallido intento de hacer compatibles los estudios conducentes al Grado en Sociología con mi actividad laboral. Fue hace pocos años y por poco tiempo y me fue imposible en ese momento pero no me arrepiento en absoluto de haberme lanzado con ello. Estudiar es uno de esos pequeños placeres que debe permitirse uno de vez en cuando.

Al hilo de una clase que había tenido recientemente, la carta nos proponía reunir una serie de respuestas que podrían darse sobre "la razón que puede haber para vivir". Respuestas dadas a alguien qué, supuestamente, hubiese perdido toda esperanza. La pregunta que se nos planteaba era:

¿Qué le dirías a una persona que ha perdido la esperanza de vivir debido a la podredumbre del mundo?

Yo estudié filosofía, como ya sabéis. Como filósofo me parecía importante responder su amable pregunta y aportar mi punto de vista sobre la cuestión que he ido madurando a lo largo de los años.

En mi humilde opinión, la proverbial pregunta sobre el sentido de la vida habitualmente está planteada en una forma en la que se dan por aceptadas dos suposiciones que, en principio, no comparto: qué existe algo así como un sentido de la vida y que es el mismo sentido para cualquier vida de cualquier persona. Personalmente niego ambas suposiciones.

"El sentido de la vida" no es para mi, como nos ocurre a mucha gente que ha estudiado filosofía, algo trivial, un juego intelectual de salón para culturetas. Es para mi una urgencia, una necesidad, algo entorno a lo que gira mi existencia y sobre lo que me he preguntado desde mis creencias y, también, desde mi ausencia de creencias. Parece, por lo menos creo que hay a quien le parecerá, que si no se tienen creencias en lo sobrenatural, es imposible entender que las vidas tengan sentido.

Ello implicaría la idea de que existe la Vida (y no "las vidas") y que hay algo extrínseco a esas vidas que determina, a priori, su significado. Quede claro de antemano que usted tiene todo el derecho de mundo a creerlo, pero no a imponer esa creencia a los demás como un supuesto en un debate. La onus probandi cae del lado de quien multiplica los entes (no tengo que aceptar las creencias de los demás en seres sobrenaturales).

En el correo en el que he respondido al profesor, he tratado de contarle que yo no creo en ninguna de las alternativas sobrenaturales que se me ofrecen. Ni en las clásicas ni en las más modernas y new age. Ni en Odín, ni en Yaveh, ni en una fuerza ciega creadora, ni en el Karma ni en el horóscopo... tampoco creo en la Naturaleza con mayúsculas como un ser antropomórfico que tiene voluntad y planes (más que antropomórfico habría que decir deomorfo, si no fuera porque los propios dioses están hechos a imagen y semejanza de los seres humanos). Para mi, nosotros, nuestra especie, somos el fruto casual de las leyes de la naturaleza (con minúsculas). La inteligencia humana es un fenómeno accidental (no necesario) surgido en el Universo y que, como protagonistas de ella, nos parece de suma importancia a nosotros, pero que vista como estrategia adaptativa, no es mejor que la estrategia que emplea para perpetuar sus genes una almeja, un pino o una bacteria. Si funciona, desde el punto de vista adaptativo, cualquier estrategia es igual de adecuada.

Para mi, como para Ortega y Gasset la vida cobra sentido cuando se hace de ella aspiración a no renunciar de nada. Cuando el sentido de mi vida se lo proporciono yo.

Ortega y Gasset con Martin Heidegger
Soy de los que piensan que es la muerte el futuro que le espera a mi conciencia, a mi yo, ese epifenómeno de la materia en la que mi cerebro juega un factor crucial. Cuando el soporte físico de ella, ese cerebro, desaparezca, se cumplirá el único destino universal que estoy dispuesto a admitir, que somos un animal "para la muerte" y que tenemos una cierta conciencia de ello. Podré dejar, durante un breve tiempo en forma de herencia escrita o hablada en la memoria de mi comunidad de hablantes alguna idea, cierta huella, pero en mi caso no aspiro a demasiado.

Para mucha gente eso significaría que la vida no tiene sentido.

Esta pesimista visión de las cosas es debida a que mucha gente parte del prejuicio de que para dotar de sentido a la vida, esta debe continuar de alguna manera indefinidamente. Para mi eso es como un tren en una linea férrea circular que nunca se detiene, una vida que nunca acaba. ¿Qué destino, qué sentido podemos decir que tiene? Si la vida no tiene un sentido previo a su existencia, si la vida no tiene un sentido "Natural" (con mayúsculas), para mucha gente, la vida carece de sentido. Solamente entienden un sentido que venga desde fuera. Un sentido proporcionado por un dios o algo similar a un dios, para lo cual, a menudo, deifican la propia naturaleza y la dotan de conciencia y voluntad.

No le crean un sentido a la vida, compran uno ya prefabricado y empaquetado.

Para mi el sentido de la vida no puede venir de fuera.

Cada uno debe buscar el suyo y hacerse responsable de él. No tiene que venir nadie a decirnos cuál es. El sentido de la vida debe proporcionárselo, si tiene la voluntad necesaria para hacerlo, la propia persona. De hecho, confiar en un sentido dado desde fuera es, para mi, en definitiva, renunciar a darle un significado y dirección a la vida, es quedarte con el sentido que le ha dado una religión, un gurú, o lo que es peor, un narcisista de la autoayuda en las redes sociales. Es limitarse a "creer" algo que agrada para no tener que construirle un sentido a la vida. Algo que puede ser difícil o incluso fallido. En mi opinión hay personas cuya vida carece de sentido por propia voluntad o cobardía para dárselo. Compran creencias ajenas para no tener que formular las propias.

La vida no tiene un sentido a priori, sino el que le proporcione quien sea su propietario. Y esto no es fácil ni lo regalan. Quien interpreta el papel que le han dado, siguiendo el curso de mínima resistencia social en sus decisiones, es como si no decidiese nada nunca. Se convierte en un figurante sin papel, en masa ciega, en un hacer lo que se espera de él sin atreverse nunca a dar un golpe de timón a su vida. Darle sentido a la vida implica, para mi, actos de libertad. Implica pensar qué se debe hacer en cada momento y, apetezca o no, de miedo o pánico, lanzarse a ejercer esa libertad. El sentido de la vida puede tener que ver con el amor romántico, con los hijos, con dejar un legado intelectual, con ayudar a crear un mundo mejor... cada cual debe elegir cómo dotar de un sentido, de una dirección en la que ejercitar sus actos de voluntad, su existencia.

En definitiva, interpretar un papel protagonista. Llegar al último día de tu vida (hoy o dentro de ochenta años), pudiendo mirar atrás y entender qué se ha hecho, por qué y para qué. Y que eso haya sido decisión de uno mismo, no la obediencia a un misterio revelado en un libro sagrado o un meme del facebook.

6.521. La solución del problema de la vida se nota en la desaparición de ese problema. (¿No es ésta la razón por la que personas que tras largas dudas llegaron a ver claro el sentido de la vida, no pu­dieran decir, entonces, en qué consistía tal sen­tido?)
Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosphicus

4 comentarios:

  1. Manu, me parece muy interesante la metáfora del tren dando vueltas, para hablar de la inmortalidad.
    A veces, viendo alguna película de Woody Allen, llego a entender su pavor hacia la dichosa pregunta. Otras, veo, como decías, que la pregunta en sí, parte de una mentira, ?Hay una Vida, así, con mayúsculas?.
    Me haaa gustado mucho tu reflexión, ordenadita y completa.
    Pero creo que las amebas tienen mejores estrategias adaptativas que los humanos.

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    1. Muchas gracias.

      Las estrategias son eso, estrategias. Modos de alcanzar un fin y el fin lo alcanzamos los humanos con nuestras estrategias (inteligencia, gran tamaño, pluricelularidad, crianza, etc...) y las amebas haciendo casi lo contrario. Hasta que uno de los caminos genéticos no desaparezca no podemos decir si uno era mejor que otro y, de todas maneras, eso ocurrirá ante un cambio en la presión ambiental fortuito. Ni siquiera creo que quepa hablar de "mejor" o "peor" estrategia, porque no hay una planificación ni dirección previa en la evolución ni una planificación ni previsión en los cambios que marcan la presión ambiental.
      Como especie, también somos, por cierto, una especie para la muerte, como todas.

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  2. El sentido de la vida. A mi se me ilumina y desilusiona. No sé si mis pitas hormonas de mujer me lo hacen aparecer y desaparecer ese puto sentido. Quizá esos coexistentes humanos que me rodean e incluso persiguen, consigan hacer que se me difumine dicho sentido a veces encontrado en mí misma. No sé si le encuentro sentido o la vida la vivo sin más. Lo que sí entiendo, es que a vece pierdo las ganas de seguir viviendo, aunque esto a fin de las cuentas de la evolución, no tenga ningún sentido
    .

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    1. El transcurrir de la vida tiene sus momentos de optimismo y de pesimismo. Es inevitable.

      Es cierto que en ocasiones le encuentras el sentido a lo que construyes y, en ocasiones no.
      Las personas que aceptan que el Sentido (con mayúsculas) viene dado por el Atman, el Karma, Dios, El inevitable Ragnarok... y que vive sus vidas tomando las decisiones que ofrecen el menor nivel de resistencia social, que en definitiva hacen todo aquello que se espera de ellas en todo momento (ahora toca casarse, ahora tener hijos, ahora irse de vacaciones a la playa, ahora ir a misa, ahora una cerveza, aquí toca bailar, aquí no toca bailar, etc...), esas personas no dotan de un sentido a sus vidas, son vidas que carecen de él. Tan solo transcurren según el sentido que les ha sido asignado por la sociedad en la que estén inmersas.
      El sentido que le podemos dar a nuestras vidas es, en definitiva, una interpretación nuestra personal. Es algo minúsculo, el hacer de un pequeño ser en la superficie de un pequeño planeta de un individuo muy limitado, seas Catalina o Aristóteles, al final no queda mucha diferencia pasados unos millones de años (una minucia de tiempo). Hacer el ejercicio de interpretar y dotar de sentido a lo hecho y ponerle una meta (una dirección) a tus decisiones, a veces a favor de corriente, a veces en contra, a veces echándose a un lado del camino en un remanso, no es lo que nos va a hacer felices. La búsqueda de la felicidad en un universo donde no controlamos todas las circunstancias que nos rodean es una tarea sin éxito garantizado. Darle sentido a la vida es, simplemente, poder darse a uno mismo razones de por qué hace las cosas. Cuanto más exigente es uno con que esas razones sean adecuadas, más cerca estará, en mi opinión, no de la felicidad, sino de la libertad.

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