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miércoles, 8 de abril de 2015

Pato, Purcell y Haendel

Giordano Bruno
"vemos que todo deleite no consiste sino en un cierto transito, camino y movimiento, dado que enojoso y triste es el estado del hambre, desagradable y pesado el de saciedad, mas lo que nos deleita es el movimiento del uno al otro. El estado de ardor venéreo nos atormenta, el de deseo satisfecho nos entristece, mas lo que nos contenta es el transito de un estado al otro. En ninguna situación presente se halla placer si la anterior no nos ha resultado fastidiosa. El esfuerzo no nos gusta sino en un principio, tras el reposo; y a no ser en un principio, tras el esfuerzo, no hay deleite en el reposo”.
(Explucion de la Bestia Triunfante, Giordano Bruno. Dialogo primero, P.110)
Vivimos bajo un permanente bombardeo de ideas que nos llegan de todas partes. Televisión, radio, prensa, redes sociales, la charla con el taxista o el frutero, los cuentos que leímos de niños. Muchas de ellas, a fuerza de repetirse, como saben los expertos en propaganda, mercadotecnia, publicidad o política... acaban por convertirse en verdades por la sola fuerza de la repetición.

Vive el presente.

No tenemos un control absoluto, peor aún, apenas tenemos control y conocimiento sobre estas "verdades" que se nos cuelan porque alguien ha decidido que le conviene que nosotros, todos y todas o al menos un a gran mayoría, las aceptemos sin cuestionarlas, a veces sin tomar conciencia de que las creemos. Esas son las peores, las que cuando alguien plantea cuestionarlas ya están firmemente arraigadas en nuestra mente.

No mires atrás, no te obsesiones con el pasado, no vivas en el futuro.

Vive el presente. Disfruta el momento.

Hay muchos canales que nos envían mensajes directos hacia nuestras emociones, no como la consecuencia lógica de un conjunto de hechos probados o incuestionables o simplemente plausibles, como un mensaje corto, emotivo, claro, imperativo, que nos alcanza personalizado como cuando en un azucarillo pone "éste azucarillo es para ti". El mensaje personal es, paradógicamente, el máximamente impersonal. El mensaje del azucarillo ha sido impreso idéntico junto a otros cientos de miles y el lector es quien azarosamente lo sostiene entre sus dedos de entre los millones de seres humanos que podrían estar haciéndolo. Es "éste" solamente porque es el azucarillo que casualmente te ha tocado y sostienes. Es "para ti" por la misma razón. No pone "es un azucarillo cualquiera para cualquiera que lea esto", que sería lo que mejor lo describiría, pero no mandaría un mensaje directo a tu subconsciente. Es una versión irónica del "tonto el que lo lea".

No puedes cambiar el pasado, no puedes saber cómo será el futuro.

Vive el presente.

Giordano Bruno en la Expulsión de la Bestia Triunfante nos dice lo obvio, que el tránsito, el cambio, el devenir es la esencia de la naturaleza humana. Siguiendo el pensamiento de Nicolás de Cusa y, por supuesto, de Heráclito, nos dice que todo cambia constantemente de un estadio a otro y que los polos entre los que se mueve el cambio se necesitan mutuamente para su existencia. Anticipa el pensamiento Hegeliano que reflexiona sobre la estructura e incluso la identidad de los contrarios, la coincidentia oppositorum, aunque más que de identidad habría que hablar de necesidad mutua, codependencia. La vida es cambio constante y no admitirlo aferrándose al presente es negar lo que es una persona, el producto de un pasado que nos ha llevado a ser lo que somos, y no pensar la posibilidad de un futuro, de anticiparse a lo que va a ocurrir y que no sea fruto del azar o de la providencia divina, de que el Karma nos regale otro presente al que aferrarnos sin pensar, es conducirnos a un imposible presente estático y sin cambios.

Ortega dice que somos un ser cuya condición es vivir anticipando constantemente el futuro, lo que aún no somos. Que no se puede evitar esta condición.





"La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser"
José Ortega y Gasset







No puedo evitarlo. Estoy harto del mensaje conformista que pide vivir el presente despreocupadamente del pasado y del futuro, como un eslogan publicitario directo a las emociones del lector y sin pasar por el filtro de la razón para matizar a qué tipo pasado es al que no hay que "aferrarse". No hay que obsesionarse con cómo podría haber sido el pasado. Es un contrafáctico. Un pudo ser y no fue que se llama "futurible", aunque se empeñen todos en usar este término, futurible, para referirse a lo que aún no ha ocurrido (que se llama futuro, simplemente futuro, y si queremos hacer referencia a su intrínseca indeterminación futuro contingente).

Pero hay un momento en que creo que hay que suspender el juicio, olvidar el pasado y el futuro y vivir intensamente el presente. Ocurre durante la degustación de una delicia, durante un concierto de música clásica (o de rock, o de blues...), cuando hace el amor una o más personas (n ≥ 1)... muy ligado en definitiva a los momentos de contemplación y de placer, de satisfacción del gusto buscando la felicidad.

Por tanto Criticando por la vida va, a menudo a vivir el presente.

Muslo de pato confitado con patatas fritas en su grasa y ensalada.
Después de correr un par de horas, para hacer hambre.
Acudimos con una entrada bastante barata el domingo a disfrutar un concierto de cámara en Aranjuez. Concierto de Purcell y de Haendel para clave, viola da gamba y tenor. Piezas del repertorio de los castrati que en aquel momento se movían por las cortes europeas y que actualmente tanto contratenores como contraltos, hombres y mujeres, acceden a cantar en su repertorio.

La primera sorpresa fue que el teatro estaba a un veinte por ciento, más o menos, de su capacidad de ocupación. Lamentable. Por el mismo precio que cualquier basura de las muchas (mayoría) que echan en los cines de los centros comerciales podrías disfrutar de un concierto en directo en un teatro en un palacio de Aranjuez.

La siguiente sorpresa fue el exquisito y silencioso público. Algo menos habitual, incluso raro, que escuchar siempre a algún idiota que no comprende que la gente necesita un entorno silencioso para conectarse con la música, en relación con lo de "vivir el momento". No hace falta más que uno cerca para arruinarte un concierto, pero en esta ocasión no padecimos ninguno ni tan siquiera a una distancia detectable en el silencio absoluto que se producía en el auditorio.

Una trabajadora del teatro se acercó hasta el último anfiteatro a invitarnos a que ocupásemos una localidad de mejor calidad, acústica y visibilidad, ya que estaban libres la mayoría. Un gesto que agradecimos aprovechándonos de él y disfrutando de un asiento a pocos metros del escenario.

Y disfrutamos del momento.

Ombra mai fù, Largo de Xerxes, Georg Friedrich Händel

Fue a penas una hora de placer. Un instante congelado. Una nota detrás de otra sin pensar en lo que venía después.

Sarabande de la Suite en Re menor de George Frideric Handel

Ese es el poder de la música. Dejar en el alma, como dice Hermann Hesse en su lobo estepario una "huella de oro". Un instante de conexión con "lo divino" o como lo queráis llamar los que, como yo, seáis ateos convencidos.
La huella de oro había relampagueado, me había hecho recordar lo eterno, a Mozart, y a las estrellas. (H.H.)

Lamento de Dido de la ópera Dido y Eneas de Henry Purcell

Cara sposa, de la ópera Rinaldo, de Haendel


Pero la vida en su totalidad y en cada uno de sus instantes tiene algo de pistoletazo que nos es disparado a quemarropa.
Ortega y Gasset

1 comentario:

  1. "La vida es cambio constante y no admitirlo aferrándose al presente es negar lo que es una persona, el producto de un pasado que nos ha llevado a ser lo que somos".
    Nadie mejor que el poeta ha sabido decir que sólo somos un puto coágulo: "yo no soy más que el resultado, el fruto,/lo que queda, podrido, entre los restos".
    Y tienes razón: esa música nos engaña, parece como si no fuera así.
    Luis.

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