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jueves, 17 de septiembre de 2015

Heavy metal: Satán es mi Señor

El Diablo era expulsado del Paraíso por desobedecer a Dios, e instigar al hombre a que también le desobedeciese; se le acusaba de soberbia, apetito desmesurado de conocimiento, arrogancia en vindicar su condición de ángel, lujuria, desenfreno. Imitar al Diablo significaba entonces rebelarse contra la opresión, negarse al sometimiento entendido como una fatalidad inmodificable, conocer en lugar de repetir, ser consciente de la dignidad del uno entre la muchedumbre, fornicar con alegría, gozar de los sentidos, no arrepentirse sino de desaprovechar una experiencia, negar los dogmas en beneficio de la investigación. 
Alberto Cousté. Biografía del Diablo.

Cualquier colectivo, cualquier ciencia, cualquier movimiento cultural, tiende a caer en la elaboración de un "mito fundador" que legitime su esencia. Que le distinga del resto y le permita decir "aquí empezó todo". Con el héroe libertador o con el científico que un día publica un descubrimiento o convoca una reunión. Wilhelm Wundt, por ejemplo, pare un día la psicología como ciencia (se supone) en un parto similar al de el personaje mítico de Don Pelayo que, con la ayuda de la Virgen María y Santiago Matamoros, gana una batalla en las Asturias y crea España ex nihilo. Parece que sin acto de creación, no puede haber existencia legítima (¿por qué?, pregunta para nota).

Nuestra mente nos anima, quizá por un sesgo cognitivo, a buscar un punto nítido en el tiempo. Un lugar en el que poder decir "aquí si, pero antes no". No nos hace ninguna gracia la idea de que vayan confluyendo varias tecnologías y artesanías de una forma nebulosa y borrosa en la que sea imposible decidir cuando aparecen las ciencias físicas (o el heavy metal). No nos gusta que la tecnología que servía para disparar cañones confluya con la que se utilizaba para ejercer la astrología y hacer adivinaciones y que de una y otra, de observar como se mueven los planetas en los cielos y los proyectiles en tu vuelo parabólico antes de estrellarse contra una muralla, se unifiquen las matemáticas de ambos movimientos y se desarrolle la dinámica, sin poder poner un "¡Eureka!" en boca de sabio fundador.

Ya soy consciente que con el origen del heavy me voy a meter en un berenjenal de proporciones bíblicas. Uno similar a cuestionar si la nave Enterprise de Star Trek podría arrasar a toda la flota imperial de Star Wars en un "plis plas". Me iré preparando para lo peor.

Eso se traslada siempre al terreno político. Los héroes fundadores y las leyendas del nacionalismo periférico no son más verosímiles, eso si, que las que se crean desde el nacionalismo de un estado central, pero siempre hay una leyenda originaria. Todas ellas son fruto de una concepción del estado "romántica" en sentido estricto, es decir, contrailustrada, no basada en la legitimidad de que un conjunto de ciudadanos se doten por acuerdo y sufragio universal de leyes propias, sino que el origen del país descansa en una "esencia", un origen "histórico", religioso, lingüístico o racial que justifica unas fronteras concretas pero no otras. Un origen épico y fantasioso que niega el presente y que al no tener en el fondo una base racional, sino emocional, solamente deja una posibilidad a largo plazo,  una manera en que un desacuerdo sobre el tema se resuelva: destripándose mutuamente mediante el uso de sables, rifles o cualquiera de un amplio abanico de instrumentos creados para este fin entre otros: deslindar fronteras entre países. Los jueguecitos interesados y populistas de los políticos corruptos de hoy son los cadáveres de mañana.

El mito fundador del heavy metal (por supuesto, también existe) que se ha ido construyendo se basa en la armonización musical que empieza a emplear la banda de blues-rock Black Sabbath cuando su guitarrista, Tony Iommi, sufre una mutilación parcial de los dedos de su mano en un accidente de trabajo. A partir de ese momento Tony empieza a componer empleando "los acordes del Diablo" o Tritonius, es decir, intervalos musicales de tres tonos enteros.

Los intervalos musicales tienen un efecto emocional. Un tritono suena "siniestro" y una "octaba justa" (seis tonos) suena épica. Ambos intervalos los vais a encontrar con frecuencia en el metal. El tipo de escala que se use, la velocidad, la tonalidad (la nota a partir de la cual se "alejan" las demás), si la secuencia es "ascendente" o "descendente", si se alejan poco unas notas de otras o la partitura es "crómatica"... multitud de elementos hacen que una música suene alegre, triste, épica, melancólica, feroz... La introducción de unos tipos de armonizaciones concretas en el rock es uno de los elementos identificativos, aunque no el único, del heavy metal. Black Sabath, en ese sentido, es un grupo heavy... que años después tomó conciencia de serlo. Quizá el primero al que se le puede así etiquetar.

Pincha en la imagen para ver un pequeño esquema,
plausible pero discutible, de la Historia del Heavy
(lo encontré por ahí, si alguien sabe su autoría sería estupendo)
Para poder decir cuándo aparece el heavy habría que poder definir, de forma perfecta, como diría Aristóteles, "en género y diferencia" qué es. A qué tipo de "conjunto" pertenece y que le diferencia del resto de ese conjunto. Yo más bien creo que se trata de una confluencia de elementos que cristalizan finalmente. No hay un día en el que se inventó el heavy metal. Los elementos que participan ya están presentes en Gustav Mahler, en Jimi Hendrix, en Deep Purple y en los Stones, en Richard Wagner y Led Zeppelin, en Dmitri Shostakóvich, Beethoven y los Beatles.

El heavy se inicia siendo rock. Era un tipo de rock. Eso está claro.

Sin duda ahora mismo hay bandas de Death Metal que difícilmente pueden ser consideradas rockeras aunque forman parte del movimiento cultural y del estilo musical conocido como "metal". Un problema teórico interesante pero, creo, secundario, ya que las "esencias puras" son tan irreales en la música como en las personas o en las nacionalidades. El death puede tener influencias fuera del metal y el rock, en el punk, la música clásica, el jazz o el blues. Es un rico y complejo laboratorio de experimentación alejado de los circuitos comerciales de la música.


Pero volviendo a lo que diferenció inicialmente el "heavy" de otros movimientos afines como el "hard rock" de Motörhead, Kiss o AC/DC, buscando "la esencia", no creo que el actual mito fundador sea justo con quienes, en el fondo, fueron los primeros en tomar conciencia de lo qué estaban haciendo, con nombre y apellidos, los que definieron el canon estético y con ello buena parte del "estilo", quienes se mantuvieron en vanguardia y creando grandes discos hasta los años noventa desde la "nueva ola", a través del glam, el trash o el power metal, siempre incombustibles.

En mi opinión los precursores de la nueva ola del heavy metal británico (NWOBHM), los Judas Priest, fueron quienes, en caso de aceptar el artificio del mito fundador, habrían creado un día el heavy. Al menos un día miraron hacia atrás y dijeron "lo que hacemos es heavy y ya no hacemos otra cosa distinta". El origen, si os gustan los "días D", fue el día que Rob Halford los uniformó a todos de cuero y tachuelas al más puro estilo gay leather sadomasoquista abandonando para siempre las camisas de colorines y los pantalones de campana. Nadie hubiese imaginado que legiones de seguidores se vistieran igual bajo el supuesto ideológico de "dejarse de mariconadas" durante las décadas en las que Halford permaneció dolorosamente encerrado en el armario del miedo a la homofobia, ni que esos mismos seguidores aplaudieran y apoyaran masivamente su salida de él cuando así decidió hacerlo. El impulso fue, por negación, crear música y no "eso" que hacían los punkies y que estaba tan de moda.


Otra cosa hay que agradecerle a los Black Sabbath, sin embargo y con permiso de los Judas.

Tony y Ozzy explotarían toda la imaginería satánica y ocultista en sus letras como forma de provocación. Algo que recogerían después, en el momento de máximo esplendor del heavy, los Iron Maiden. Tirar de Satán no era algo nuevo en los setenta y ya habían explorado la posibilidad en alguna ocasión gente como los Rolling Stones. Propiamente no es algo "esencial" en el heavy, ya que ni son todos los que están, ni están todos los que son, en especial con el auge de la música "gótica".

En esto del satanismo en el rock y en el heavy, en mi humilde opinión, siempre ha habido dos "tipos" muy diferenciados de "satánicos".

1- Una exigua minoría que se lo cree, por lo demás, bastante limitados a la hora de hacer uso de su inteligencia. En fin... gente que se hace "del Diablo" para fastidiar a Dios como se puede hacer del Barça para molestar a su padre si es del Madrid. Lo dejamos en manos de los profesionales sanitarios.

2- Una gran mayoría que lo entiende como un juego, un ejercicio de provocación. Un "si vuestro dios está del lado de los corruptos y ladrones, si vuestra iglesia apoya a los tiranos y asesinos, nosotros estamos en el bando contrario".

Como apunta Alberto Cousté en su Biografía del Diablo, la ortodoxia de la gente temerosa de Dios condena el librepensamiento, la moral autónoma (es decir, hacer lo que uno cree que es su deber, no lo que dice un cura, que dice un libro, que dice un dios), la dignidad humana del ejercicio de la razón, la lucha social por los derechos de las clases desfavorecidas frente a la simple aceptación de la injusticia, el sexo, sin absurdas prohibiciones, la investigación científica con la que suelen chocar las iglesias, el feminismo... en definitiva, el paso del Mito al Logos, abandonar la superstición y abrazar la Ilustración. Disfrutar la vida y luchar por la justicia. Por tanto, detrás de la performance, de la estética, del juego, en el fondo... el juego de ir "de malos" trata de negar unos valores presentes en nuestra cultura con los que el heavy no se identifica. Ese es el juego que hay habitualmente detrás del "satanismo" en el heavy, o de la reivindicación de otros dioses como Odín. Se trata de cuestionar los cimientos de la moral dominante y pervertida cuya máxima representación son "los hombres de fe" a menudo.


Porque todo el mundo sabe que los heavys somos, sobre todo, gente tranquila.

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